ANDELLAC: UNA HISTORIA DE ÉXITO

Antecedentes

Terminaba la década de los 60, y acontecimientos de diversa índole ocurrían en la Ciudad de México. El 2 de octubre del 68, deja tristeza y luto en muchos jóvenes mexicanos y sus familias.

Por otro lado, los juegos Olímpicos dan un toque de alegría al país al realizarse el evento deportivo más importante del mundo.

Dos años después, comenzaría una nueva década: los 70.

En medio de esos grandes acontecimientos, que habrían de marcar la historia de México, un grupo de empresarios llanteros, pero principalmente renovadores, se reúnen con cierta frecuencia en la calle de Bolívar, en la Ciudad de México, para charlar sobre los hechos del momento pero sobretodo de la situación que prevalece en sus propios negocios: “De lo barato que venden algunos renovadores, de los descuentos que algunos competidores otorgan para ganarse a los clientes, de que las plantas no ofrecen créditos y que la calidad de algunos renovadores dejan mucho que decir”, entre otros temas.

A estas tertulias empresariales, acuden Narciso Cadena, Luis Javier Pelayo, Heriberto Romero, César García, Manuel Nakasone y Antonio Mena, quienes suelen reunirse, por lo menos una vez al mes, para intercambiar puntos de vista. En uno de esos encuentros, por iniciativa de Salvador A. Aceves, gerente de Llantera América, y de Heriberto Romero, nace la idea de llevar a cabo un evento que reúna a los empresarios del mercado de la renovación en el Distrito Federal.

Tiempo después, aquel esperado evento se lleva a cabo en el Hotel El Diplomático, en donde se cristalizan los anhelos de aquel grupo de entusiastas empresarios: Construir la Asociación de Plantas Renovadora del Distrito Federal.

Antonio Mena, quién asistió con el mismo entusiasmo de siempre, recuerda que ahí, en esa reunión, había quedado expresada la unidad de los empresarios del sector en el Distrito Federal; sin embargo, dijo, faltaba mucho por hacer a nivel nacional.

El árbol ya estaba sembrando y poco a poco comienza a dar sus propios frutos. Fue así que, en Guadalajara, nace la idea de realizar la primera adhesión. Francisco Fernández Barragán y un grupo de llanteros jaliscienses, se ponen de acuerdo para incorporarse a la asociación recién formada en la Ciudad de México.

En ese entonces, Francisco Fernández Barragán, empresario con visión, se da cuenta que en varias ciudades del interior del país ya había algunas asociaciones independientes que estaban trabajando en la misma línea, pero de manera independiente.

Por ello, se da a la tarea hablar con estos amigos llanteros y renovadores del Occidente y del Bajío para unificar criterios e intercambiar experiencias en cuanto a “políticas de ventas, créditos, organización, capacitación de personal” y otros temas comunes de interés para todos los empresarios del sector.

Después de visitar algunos estados circunvecinos y de platicar con los amigos empresarios de Irapuato, Guanajuato, que compartían las mismas inquietudes, se decide hacer la primera reunión regional en la ciudad de Guadalajara. La Asociación de Jalisco corre las invitaciones a las diferentes organizaciones de los estados y por primera ocasión, se congregan en el Hotel Posada de la ciudad de Guadalajara, en diciembre de 1972.

Expresidentes de ANDELLAC

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